Atardecer para recordar

POR MAYRA CARRASCO

Pasan de las seis de la tarde, me encuentro sentada en una roca, disfrutando de la maravillosa vista en el Divisadero de las Barrancas del Cobre, en la Sierra Tarahumara de Chihuahua. El atardecer es majestuoso. En el horizonte se ven unos colores naranjas con azul y mezclas de morado, dándole una inmensa profundidad, sus destellos amarillos iluminan el cielo y en el fondo el sol queriendo ocultar su luz.

Así me percibo yo, con una sombra en mi ser. Soy Mayra, tengo once años y aunque el paisaje es increíble, me siento diferente, con un gran vacío dentro de mí.

Estoy en un campamento de los Scout, el fin de semana ha sido una gran aventura. 

Al contemplar el atardecer, llegan a mí mis amigos el miedo, la tristeza, la incertidumbre, la nostalgia. He luchado para que se vayan, pero me doy cuenta  que vienen a mostrarme algo, que son mis amigos y elijo escucharlos.

Inhalo y viene a mi cuerpo ese olor a tierra mojada que me encanta, respiro el aroma a madera y pino, es como un perfume en mi ser. El aire fresco toca mi rostro y tengo una sensación de esperanza.

—¡Hola Mayrita! ¿Cómo estás?

—¿Mayrita?… ¿Cómo sabes mi nombre? Hola, ¿Quién eres? ¡Qué bonita y guapa estás! Me recuerdas a mi mami.

Gracias Mayrita por el piropo, ¿a poco no te imaginas quién soy? Tú también estás hermosa y radiante, esa luz y energía te distinguen en todo momento.

—¡Muchas gracias! Pero no sé quién eres. Me tengo que ir, me espera mi campamento.

Tranquila, no vine hacerte daño, al contrario. Te vi tan pensativa que vine a preguntarte qué sucede.

—Lo que sucede es que hay un gran vacío en mi corazón. Mi papá falleció hace unos meses y no entiendo ni comprendo muchas cosas. Mi mamá se fue a trabajar, mis hermanos y yo estamos desconcertados. Extraño mucho a mi papi y no tengo idea de lo que viene en el futuro. Estoy confundida y nadie dice nada, solo que todo va a estar bien. Me siento señalada, como si me vieran diferente.

En la escuela, los días viernes nuestros compañeros nos llevan despensas que traemos a casa muy contentos Mauricio y yo.  Siento gratitud y asombro por el inmenso apoyo que hemos recibido de la familia y todas las personas.

Supongo que ahora que no está mi papá, mi mamá nos va a sacar adelante. Mis hermanos y yo apoyamos como podemos; sin embargo, no sé si es suficiente. Me da miedo sentirme desprotegida o frágil.

Te escucho Chaparrita, así también te gusta que te digan ¿cierto?

—Sí.

Pregúntame lo que quieras, soy tú. Mayra de cuarenta y cuatro años. ¿Qué te parece?

—¡Guau!, ¿es posible? Es un sueño ¿verdad? 

Pensemos que es un sueño que se nos hizo realidad a ambas, yo estoy fascinada de verte y supongo que tú tienes muchas preguntas. Lo importante es que estoy aquí, a tu lado, y nunca te suelto Mayrita, miro cada paso que das; tus logros, así como en este momento también puedo ver tus miedos y tristezas.  

¿Qué quieres saber, qué dudas tienes? ¿Qué necesitas para que ese amigo tuyo, “la incertidumbre”, se aleje?

—Quiero llorar, quiero desahogarme. Siento que me hice grande de la noche a la mañana con la partida de mi papi y no solo yo, todos en mi casa: mi Mami, Cecy, Perla, Mauricio y yo, tuvimos que crecer así de rápido. Me dicen que debo de ser fuerte para ellos, pero ser fuerte o hacerte la fuerte, duele.

Te entiendo Mayrita y esa es la razón de estar aquí. Que te duele.

—Me duele que no sabía lo que era la muerte y me vengo enterando con el fallecimiento de mi Papá. Me duele su ausencia y no sé cómo transformar este sentimiento en mi corazón. Siento que no lo recuerdo, ya no escucho su voz. ¿Cómo era? Recuerdo sus risas a carcajadas y sus grandes ojos verdes, su sonrisa que contagiaba, sin embargo sus regaños y enojos….los tengo muy presentes. Sé que me amaba, pero no entiendo cuando se enojaba; nos regañaba o pegaba a mí o a mis hermanos, eso sí que asustaba.

Mayrita, a veces no necesitas entender las cosas, solo vivirlas y transitarlas.

Te platico que me pasa lo mismo. A veces no lo recuerdo, pero cuando arriban sus memorias llegan con mucho amor y sé que siempre nos cuida. 

Mi papi era muy inteligente y sumamente creativo, era un artista con sus manos y no se diga en la comida; hasta Chef le decían. Su personalidad amigable y su vocación de ayudar le abrían caminos en todos lados. 

¿Te acuerdas del homenaje que le hicieron en nuestra Graduación?

—Sí. Para mí fue asombroso. Llegar a la escuela y ver al fondo donde estaban todas las sillas de los graduados, una manta enorme llena de golondrinas con los nombres de los alumnos y al pie de ésta, con letras súper grandes su nombre: Mauricio Carrasco Juárez y el ciclo escolar que terminábamos. ¡Qué maravillosa sorpresa! Además, Mauricio mi hermano, era el maestro de ceremonias. 

Toda la escuela estaba tan agradecida con mi papi porque desde que llegamos le dedicó tiempo, esfuerzo y materia prima para que la escuela quedara bonita. Puso todos los pizarrones de las aulas, la pintó y estuvo presente.

—¿Ya ves?, sí lo recuerdas.

—¿Te cuento un secreto? En la escuela nos pidieron hacer un poema y se lo hice a él. No me calificaron tan bien porque no le puse título. Te lo voy a decir:

Te fuiste cuando más te necesitaba.

Estaba triste, desconsolada.

Eras mi amigo, mi confidente. 

¿Por qué te fuiste tan de repente?

Y no estoy sola, cuento contigo.

Gracias papá por ser tan lindo conmigo.

Espectacular Mayrita. ¡Gracias por compartírmelo! Lo recuerdo perfectamente, te quedó muy lindo y lo escribiste con el corazón. Le podrías poner de título: “Adiós Papá”.

—Suena bien, me gusta, gracias por sugerirlo. ¿Me puedes contar qué va a pasar con mi familia?

Como bien te lo dijeron, todo va a estar bien. Quiero que confíes en ti Mayra, eres increíble y la vida te va a llevar a lugares inimaginables. Confía en ti, en tu intuición, rodéate de personas buenas y sé siempre tú. No trates de encajar, no busques aprobación, sé tú misma. Y en ocasiones hay que hacer las cosas, con todo y miedo.

Te platico que el mejor legado que nos dejó papá fueron sus valores y principios, y con el acompañamiento de mi mami, tú y tus hermanos, son personas de bien en el futuro, todos salen adelante y viven vidas que jamás imaginaron. Te voy a dar un adelanto: algunos viven fuera de Chihuahua o del país.

¡Guau!, eso sí que es increíble. ¿Qué más? ¡Platícame! 

—Vive la vida intensamente, goza cada momento, lo que pongas en tu mente lo vas a lograr. 

Si lo piensas lo creas.

Qué recomendación te puedo dar….

No corras, todo llegará en su momento, eso de vivir a las carreras no está padre, solo te confunde y estresa. Con calma, disfruta cada momento de tu vida, te aseguro que te vas a sorprender en cada etapa. Y no creas todo lo que dicen, cuestiónate cada vez que puedas.

—Entonces, ¡vamos a estar bien!

Claro Mayrita, tu mamá y hermanos están más unidos que nunca en esta época en la que estoy. Nos queremos y respetamos demasiado y procuramos hacer un viaje anual todos juntos. Si algo te dejó mi papi es la unión familiar. 

A veces pienso Chaparrita, que mi papi se fue muy joven para dejarnos el camino de aprender a vivir sin él y de esa manera ser fuertes, ser empáticos, ser serviciales, ser amables. Con su partida todos a nuestro alrededor fueron una luz en el camino.

Lo escucho diciendo: “Me voy, vuelen alto, porque alas y fuerza tienen, encuentren su destino y no paren hasta llegar a él”.

—Gracias Mayra por darme esta claridad, la necesitaba. No prometo no andar de prisa, pero te aseguro que disfrutar si lo haré. 

Te quiero, te ves muy bonita.

Yo también te quiero Chaparrita, eres hermosa. Por cierto, sigue disfrutando de tu paisaje, ¿ya viste el cielo estrellado?

—Sí, ya lo vi. Así de inmenso e iluminado por tantas estrellas, veo mi futuro. 

Mayra Carrasco fue alumna del taller de escritura autobiográfica “Cuéntatelo otra vez” y su historia fue seleccionada por sus compañeras para ser publicada en mi blog.