MAPA DE RUTA

El camino no es siempre como lo imaginamos. Puede que haya tramos familiares, de esos que alguien más nos platicó porque ha pasado por ahí y conoce los paisajes, que en su mayoría incluyen cielos despejados y hasta flores de colores. Y puede también que haya otros más nublados y agrestes, esos que nadie nos advierte quizá para no espantarnos las buenas intenciones. Los más enriquecedores, sin embargo, son los inesperados, los que jamás imaginamos tomar para llegar a donde el espíritu nos invitaba.

Sostenía una charla con David el otro día donde le contaba que me estaba dando cuenta de que coser ya no era mi pasión como antes y, aunque los primeros días de llegar a esta conclusión me llegué a sentir un poco perdida (¿Cómo que ya no te gusta Marcela? ¡Si es a lo que te dedicas desde hace años! Tienes una marca, impartes talleres, ¡por favor!), decidí reflexionar acerca de lo que sí me gusta todavía en el tema de la costura: y es sencillamente analizar los patrones de una tela y combinarlos con otros para crear algo bello, justo lo que me enamoró desde la primera vez. Sigo amando la escritura, amor que estoy segura me acompañará hasta el final de mis días, y encontrar la inspiración en todas partes, mi mantra en esta mi casa (tu casa) virtual, pero en la costura ya tengo bellas mujeres que me apoyan desde hace algunos meses.

Quizá fue ese trabajo en equipo, al que tuve que recurrir desde que nació Matías para seguir con mi ritmo de producción, el que me ha permitido navegar por otros mares creativos como escribir más, tomar más fotos, buscar proveedores con mucha más variedad de telas e incluso aprender a pintar con acuarelas. ¿Les doy una primicia? Desde que empezó este año me estoy preparando para diseñar mis propios estampados y estoy segura de que todo lo anterior me ha estado nutriendo en este proceso. Pero también confieso que me costó trabajo tomar la decisión de explorar otros caminos. De coser menos para leer, escribir y pintar más. ¡Si ya estabas tan encaminadita en lo tuyo Marcela!

Justo hoy escuchaba un episodio del podcast “Magic Lessons” en el que la escritora Elizabeth Gilbert le preguntaba a una fotógrafa que temía explorar sus capacidades como productora de su propio podcast porque no tenía nada que ver con su trabajo: “¿Por qué crees que hacerlo te hará alejarte de tu identidad como fotógrafa y no acercarte con más profundidad a tu espíritu creativo?”. Entonces, como soy fanática, creyente, apostólica y romana de las señales divinas y las coincidencias, asumí que la pregunta era justo para mí, pobre alma a la deriva en los océanos de la creatividad durante los últimos meses. Total, no creo que mi amiga Liz se lo tome personal. Prometo contarle esta anécdota cuando la conozca en persona.

¡No te estás alejando de la meta Marcela! ¿Es más, cuál es la “meta”, para empezar? ¿Por qué no creer mejor que es precisamente esa lealtad a tus impulsos creativos el mapa de ruta que te llevará por caminos más en sintonía con tu llamado personal? Desde los dieciocho años que empecé a trabajar he sido despachadora en una nevería, empleada en una librería, asistente de una catedrática de lingüística, correctora de estilo, maestra de español en preparatoria, reportera, fotógrafa de bodas, editora de videos, administradora y encargada de la atención al cliente de un estudio fotográfico, costurera, diseñadora de productos de tela, asesora en el origen psicológico de las enfermedades, blogger… Y ahora quiero diseñar, algo que quise estudiar desde que salí de la prepa y que no me atreví a hacer en ese momento. Diseñar y escribir libros. Quiero crear. ¿O seguir creando?

Me siento en un círculo en el que acabo de reencontrarme con ese sueño de la adolescencia después de haber experimentado por una y mil posibilidades. Porque empiezo a creer que quizá el trayecto no sea lineal y no haya una meta específica. Que Machado tenía razón cuando nos dijo hace más de un siglo que el camino se hace al andar. Y el andar no puede ser estático porque entonces la vida sería tremendamente aburrida. Somos de esas bendecidas criaturas con el maravilloso don de reinventarnos y sólo en la medida en que decidamos sacudirnos la rigidez y fluir con esa capacidad es que nos daremos cuenta de lo que somos capaces.

Cosí mientras me apasionó y ahora me apasiona otra cosa a cuya expedición he decidido embarcarme. Siempre me preguntan si cosía desde pequeña y cuando les digo que no, que fue un amor que descubrí en mis treinta, la pregunta obligada es la siguiente: ¿por qué crees que te gustó tanto entonces? De ahora en adelante, sabré que contestar.

* NOTA: Que no cunda el pánico, la tiendita My Pumpkin continuará abierta con algunos productos conocidos hasta ahora, pero también la invitación a unos nuevos =)