ESTÁ BIEN TENER DUDAS

está bien tener dudas, 

porque soy humana 

y porque todo crecimiento 

empieza siempre con una búsqueda. 

no son mis incertidumbres 

las que me atormentan, 

sino la autocensura 

por no poder soltarlas. 

libero a mis dudas 

del peso de mi recriminación, 

las observo con amor 

y así camino más ligera.  

Está bien tener dudas. ¿Cuántas veces nos hemos preguntado lo mismo una y otra vez? En el tema que sea, en el ámbito de nuestra vida que se nos ocurra. ¿Seré buena madre? ¿Es esto a lo que quiero dedicarme realmente? ¿Por que sigo reaccionando así una y otra vez? ¿Cuál es el propósito de todo esto? Yo he perdido la cuenta de la cantidad de veces que la incertidumbre viene a tocarme la puerta… las mismas veces en las que imagino que si tuviera más claridad, entonces sería más feliz. 

Tengo días con una serie de vacilaciones rondándome la cabeza y lo curioso es que, cuando una llega, le habla también a sus amigas y entre todas se arman tremenda fiesta en mi mente que cada día se muestra más cansada de tanto alboroto. Me doy cuenta de que la duda me ha invadido porque no duermo bien (¡nada bien!), me cuesta mucho trabajo concentrarme, tengo muy poca paciencia y exploto con más facilidad con David o con los niños y, en general, me aqueja una sensación de desasosiego. 

Estoy acostumbrada a lidiar con la incertidumbre, tiendo tanto al sobreanálisis y a rumiar mis pensamientos hasta dejarlos como hilachas que ya lo he aceptado como una parte de mí. Lo que no me gusta es la carga que siento como consecuencia de reprocharme el hecho de ser así. Me he dado cuenta que mis dudas no son las que me traen arrastrando los pies, sino todas las historias que me cuento acerca de lo mal que estoy por tener cuarenta y dos años y un torrente de titubeos en mi lista de pendientes. Las dudas no son más que dudas… la autocensura es lo que atormenta. 

¿Y si tomo a mis queridas dudas entre las manos, las veo de frente y les agradezco por haber venido? No soy mejor ni peor persona por tenerlas, incluso creo que soy bastante típica al ir por la vida en busca de respuestas. ¿Quién no está buscando algo en este mundo? Es la resistencia a preguntarnos algo y no obtener una resolución a la medida de forma inmediata lo que nos aterra. No queremos vivir con la incógnita. Queremos contestaciones claras y las queremos ya. Quizá porque creemos que la vida se nos resolverá mágicamente una vez que tengamos esa claridad. Lo curioso es que una vez que creamos haber encontrado la luz… seguramente surgirán preguntas nuevas. ¡Y está bien!

Hoy quiero abrazar a mis dudas, normalizarlas y dejar de recriminarme por ellas. Quizá no encuentre respuestas nunca (o quizá sí, esa es otra de mis incógnitas), pero lo que sí encuentro al liberarme del peso del juicio es una tremenda paz en mi espíritu, que al final del día es lo que me parece más valioso. 

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