EL SÍNDROME DEL INSATISFECHO

El síndrome del insatisfecho puede llegar a ser un arma de doble filo en tu deseo de crear. Es verdad que no estar cien por ciento conforme con el resultado de tu trabajo puede ser un poderoso motor para comprometerte con la mejora continua de tu aprendizaje, habilidades y por ende del fruto de tu creación. ¿Pero qué pasa si esa insatisfacción, lejos de empujarte a la evolución, te deja paralizado en la esquina de la inactividad? 

Es más común de lo que creemos que los creativos padezcamos del mal de creer que nuestro trabajo no es valioso, no está listo, no está bien hecho o no tiene ningún sentido mostrarlo al mundo porque a nadie va a interesarle o porque alguien más ya lo está haciendo y entonces pasaremos a la historia como los copiones en la tragicomedia de las ideas cien por ciento originales. La buena noticia es que es verdad, efectivamente nuestro trabajo siempre podría haber estado mejor, quizá si hubiera más tiempo, más recursos, más conocimiento, más contactos, más oportunidades, más suerte, más bla, bla, bla…

Y no quiero ser sarcástica cuando digo que esta noticia es buena, porque realmente creo que es maravilloso que siempre esté ahí la posibilidad de intentarlo una y otra vez. ¿Pero de qué sirve si no la aprovechamos? Lo que no está bueno es subestimar lo que ya hicimos, porque otra cosa que es cierta es que el famoso “hubiera” no existe y lo que fuimos capaces de crear hoy fue con los recursos con los que sí contamos en el aquí y el ahora y es precisamente el hecho de haberlo intentado lo que es valioso. 

Amo esta cita de Craig Damrauer: “Arte moderno = Yo podría hacer esto + Sí, pero no lo hiciste”. 

Hacer a pesar de la insatisfacción que sentimos ante nuestro trabajo es lo que nos mantendrá activos en el camino hacia lograr lo que queremos… y sobre todo, hacia el autoconocimiento. En mis bolsas siempre hay algo que creo que podría haber hecho mejor, jamás estoy satisfecha al cien por ciento con todas mis piezas, pero es con el siguiente modelo que voy aprendiendo lo que me gusta más y con lo que soy más feliz. Ha sido con el trabajo constante de estos años que hoy puedo tener más claro qué es lo que quiero hacer y en qué quiero enfocarme, porque me conozco mucho más que cuando empecé.  

El contentamiento no depende del resultado de nuestro trabajo, sino del reconocimiento de que hemos hecho lo mejor que hemos podido con lo que teníamos a la mano. Depende también de voltear atrás y ver todo lo que hemos aprendido al mantenernos en la ruta. Así que, porque en el futuro queremos apreciar todo lo que hemos recorrido, mantengámonos creando el día de hoy.  

Las manos de un artesano en Chichén-Itzá

Las manos de un artesano en Chichén-Itzá