EL CORAZÓN DE UN HÁBITO

¿Qué hay en el corazón de un hábito? Nos la pasamos persiguiéndolos y, curiosamente, una vez que se han vuelto parte de nuestro ser y nuestra rutina, como ponernos los zapatos antes de salir de casa, dejan de demandarnos esas toneladas de energía. Corremos, al menos en nuestros pensamientos, detrás de la alimentación saludable, el ahorro por semana, el gimnasio más allá de enero o el olvido para siempre del cigarro o los refrescos de lata. Y en el camino, en el mejor de los casos, nos caemos y volvemos a levantarnos… pero en el caso menos deseable, nos desmoralizamos hasta caer en la trampa de la victimización.


Es cierto que ese montón de hábitos que vemos a la distancia con el suspiro esperanzador de quien anhela llegar pronto a otro sitio han sido detectados por un honesto deseo de superación. Pero quizá perdamos de vista que lo que nos llama no es la forma sino el fondo del hábito en cuestión. Que muy dentro del propósito de leer más palpita la sed de conocimiento, del de hacer ese viaje postergado la de conocerme más a profundidad o del de levantarme a las cinco de la mañana la de hacer realidad mis sueños. 

Detrás de nuestros afanes están las pistas que nos acercan a las necesidades de nuestro ser. O, dicho de otra forma, mi verdadero yo es quien me arrastra con la fuerza de una intención para llevarme a ese lugar en donde me sentiré más completa. ¿Para qué quiero conquistar el hábito de escribir todos los días? ¿Cómo me haría sentir el conseguirlo o el no conseguirlo? ¿Cómo me siento cada vez que escribo? ¿Por qué quiero sentirme así? ¿Cómo sería mi vida si escribiera a diario? ¿Qué cambios habría en mi interior si la escritura se volviera un acto tan sólido y común como lavarme los dientes? ¿Qué es lo que me está impidiendo escribir diario? ¿Qué es lo que me está ayudando a hacerlo?   

Las respuestas a estas preguntas y a otras que vayan surgiendo en el camino son las que viven en las entrañas del hábito y concentrarnos en ellas es lo que podría ayudarnos a dejar de correr solamente con nuestros pensamientos y optar por andar a nuestro ritmo, paso a paso y momento a momento, hacia una meta más orientada a lo que queremos sentir, que por cierto es lo que suele estar más conectado con nuestro espíritu. Precipitarnos y tropezarnos entre un juicio y otro a nivel mental puede llegar a ser más cansado que poner manos a la obra en el mundo real. 

Si descubro y mantengo presente que la necesidad más trascendental de mi ser es vivir una vida creativa, entonces aprovecharé cada oportunidad para satisfacerla (no únicamente la escritura), valoraré lo que ya hago en el presente para conseguirlo y la vía para conseguir escribir a diario me parecerá mucho más clara y despejada. ¿Qué hay en el corazón de un hábito? El mapa de ruta para transitar con confianza y no perder el rumbo.

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