DOS ÁGUILAS Y UN SOLO CORAZÓN

Las manos de Santos van soltando de a poco el hilo de algodón que acomoda con delicadeza sobre una superficie de cera para ir "coloreando" lo que a primera vista me parece un águila con una flor en el centro. Yo me acerco a platicar con él y mientras me cuenta de la técnica en que trabaja voy descubriendo que lo que dibuja con el hilo es una versión más detallada de un símbolo que tiene por todas partes en su traje huichol.

El interés me hace soltarle una retahíla de preguntas que el artesano contesta gustoso, acostumbrado quizá a los turistas que a diario caminan por el centro de Sayulita y se detienen admirados en esta tienda por los diseños de una neoyorquina en los que él trabaja, salpicados de colores y enseñanzas ancestrales. Pero yo me hipnotizo con su gráfico porque tengo el mismo en la espalda.

Casi veinte años atrás, a mis 20, me tatué un diseño de lo que yo interpreté como un ser alado con dos cabezas. No recuerdo muy bien en dónde lo encontré, pero fue después de mucho buscar algo así para pintármelo en el cuerpo como una metáfora de lo que yo vivía en esa época de estudiante y entrada a una nueva década. En mi mundo, el pájaro simbolizó el hambre de vuelo y libertad para soltar varias de mis creencias que me ataban y mantenían estancada, justo en un momento de mi vida en que me atreví a dejar mi casa y mudarme sola a Monterrey. Y las dos cabezas representaban mi mente que tendía al pensamiento dicotómico, el de las cosas blancas o negras y dificultad para identificar los grises, además de una fuerte influencia de mi condición de geminiana. Con ese simbolismo me quedé contenta y jamás investigué (ni AG ni DG, antes de google y después de google) el verdadero origen del tatuaje. Hasta ayer que me topé con Santos.

El hombre huichol me explicó que se trata de un dibujo típico de su pueblo, el cual representa a dos águilas unidas por un mismo corazón, que en realidad es un peyote, un cactus alucinógeno muy presente en su espiritualidad como elemento de purificación y equilibrio. "Las dos águilas simbolizan a dos personas que se aman y que se unen para no separarse jamás", me dijo Santos con su español a medias. Me gustó lo que escuché, nos recordé a David y a mí hace años mientras me acompañaba a Ritual para hacerme el tatuaje. Y pensé en nosotros ahora, a punto de cumplir 13 años de casados y con una historia que incluye a dos hijos, dos ciudades y un millón de tesoros en la memoria.

Hace veinte años me quedé con un significado muy personal de mi ave de dos cabezas y a partir de ayer tengo otro que me gusta mucho más para quedármelo de ahora en adelante. Quién sabe, quizá he terminado de soltar aquel autoconcepto de veinteañera y Santos me vino a abrir la puerta a otra posibilidad. Después de todo, de eso se tratan los viajes: de descubrir.

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